La visita de Robert a casa de Lolo, comentada por testigos que asistieron a ella, (el sacerdote Secundino Martínez, el profesor José Fernández Calleja y otros) impactó fuertemente en Robert; siendo aquel día domingo, Robert habló con Lolo de la oración y de la unidad de los cristianos, del dolor de no poder participar en una "misma" Eucaristía...
Fue un diálogo ecuménico de dos hombres que sentían el desgarrón interior de los cristianos separados. Juntos rezaron el Padre Nuestro.
Robert escribió en la tulipa de la lámpara de Lolo: "Lolo, sacramento del dolor".
El quedó impresionado de aquel hombre que sufría. Al volver a Taizé le escribió así: